Todos los que realizamos mediciones, sea cual sea nuestro campo, somos humanos, y por mas que cumplamos con el protocolo y seamos muy muy cuidadosos, no podemos hacer mediciones infinitamente, ni 100% perfectas. Tenemos un margen de “duda”. La medida exacta no existe. Hay un error implícito y este debe ser informado.

La incertidumbre de medición está definida por el Vocabulario Internacional de Metrologia, siendo la siguiente: “Parámetro no negativo que caracteriza la dispersión de los valores atribuidos a un mensurando (magnitud que se desea medir), a partir de la información que se utiliza”. Y esta se divide en dos. Tipo A y Tipo B.
La de Tipo A, es aquella distribución estadística de los valores que proceden de las series de mediciones y pueden caracterizarse por desviaciones típicas (generalmente conocida como la desviación estándar) y las de Tipo B, son todas las demás.
En palabras coloquiales, las incertidumbres Tipo A y B, conforman un presupuesto de incertidumbre y el tipo B, las determina cada laboratorio, que pueden ser de fuentes del equipo patrón, del equipo bajo prueba, herramienta utilizada, magnitudes físicas que afectan el proceso, entre otras.
No solo en metrología tenemos la incertidumbre, sino exactamente en cada actividad de nuestra vida, en actividades cotidianas, no existe un 100% de certeza. Y pues en procesos con mediciones existe SI o SI, un error implícito e intrínseco de la persona y laboratorio que lo realice, este se debe reportar como lo indicamos anteriormente, y se reporta en el certificado de calibración como incertidumbre expandida, que es el cálculo estadístico final ya contemplando el presupuesto de incertidumbre.